Hablar de una cura completa para este problema es muy poco probable, pero podemos pensar en posibles relaciones entre la enfermedad de Alzheimer y algunas afecciones que pueden tratarse y mejorarse. Una de estas condiciones será la calidad de nuestra vida nocturna.
Un estudio italiano, dirigido por investigadores de la Universidad de Turín, demostró que el descanso nocturno de los pacientes con Alzheimer puede verse gravemente alterado, tanto en términos del número de horas de sueño como de la calidad de este descanso.
Además, las personas que aún no han sido diagnosticadas con este diagnóstico, pero que padecen trastornos del sueño, como falta de sueño, insomnio y apnea, pueden tener más probabilidades de desarrollar este tipo de demencia.
Este estudio también demostró que nuestro cerebro tiene su propio sistema de «limpieza», que sólo se activa durante un sueño profundo y reparador. Si esta limpieza no se produce, se acumulan muchas neurotoxinas, lo que provoca más alteraciones del sueño.
Hay que tener en cuenta que se acaba formando un círculo vicioso, con la grave consecuencia de la aparición o empeoramiento de la enfermedad de Alzheimer.
Para empeorar las cosas, observamos que las personas que sufren de sueño distraído y poca memoria pueden desarrollar otros problemas de salud, como obesidad, ataques cardíacos, diabetes, presión arterial alta y cáncer.
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