El descubrimiento se produjo cuando Raúl Vicente y sus colegas detectaban y trataban las convulsiones de un paciente con epilepsia de 87 años, mediante electroencefalografía continua, una prueba que registra gráficamente las corrientes eléctricas emitidas en el cerebro. Luego durante la evaluación el paciente sufrió un infarto y falleció.
La situación permitió que la máquina registrara las actividades de su cerebro en el momento de su muerte. Al analizar los datos, los neurocientíficos notaron cambios en las llamadas oscilaciones cerebrales, un patrón de actividad que involucra funciones como la concentración, los sueños, la meditación, la recuperación de la memoria, el procesamiento de la información, la percepción consciente e incluso flashbacks.
«Al generar oscilaciones asociadas con la recuperación de recuerdos, el cerebro puede reproducir el último recuerdo de acontecimientos importantes de la vida justo antes de morir, similares a los reportados en experiencias cercanas a la muerte», dijo Ajmal Zammar, neurocirujano de la Universidad de Louisville. De los Estados Unidos de América y responsable de la organización del estudio.
«Lo que podemos aprender de esta investigación es que, aunque nuestros seres queridos tengan los ojos cerrados y estén listos para dejarse llevar y descansar, es posible que sus cerebros estén reviviendo algunos de sus mejores momentos», afirma.
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