Durante la niñez y la adolescencia, parecía fácil amistades. Después de todo, los temas de interés y los ambientes que frecuentaba eran casi los mismos. Pero las cosas cambian un poco en la vida adulta. Parece que la agenda siempre está ocupada con otros compromisos y nunca hay tiempo para pensar en hacer nuevos amigos. Es como si crear estos lazos después de 30 años ya no fuera tan sencillo como parece.
Hay varias razones para este sentimiento. Ana Paula Vidovato, psicóloga del Instituto de Psicología de la Universidad de São Paulo (USP), explica que esa dificultad se puede atribuir a la mayor resistencia que trae la experiencia de vida. «Estamos menos dispuestos a abrirnos a confiar en lo que no sabemos y empezamos a preferir lo que estamos acostumbrados y no nos sorprendería», dice.
En su opinión, este movimiento es el resultado de nuestras vivencias, pero sobre todo de la forma en que las afrontamos. «Nuestras experiencias dolorosas nos superan y muchas veces ni siquiera sabemos cuánto nos afectan. Esto nos pone a la defensiva en relación con el otro», evalúa. Esta resistencia puede determinar el camino que tomará cada individuo en el ámbito emocional y qué tan abiertos están a nuevas conexiones.
No conocerse a uno mismo también puede dificultarlo. Lo defiende diciendo: «Si conocemos gente nueva, la posibilidad de la amistad está dada, pero para eso necesitamos conocernos, saber nuestros gustos, lo que nos hace sentir bien y cuáles son nuestros límites». Esto se debe a que, según la psicóloga, conocer tus intereses es el primer paso para encontrar personas que también se identifiquen contigo. De la identificación surgen los lazos que forman las amistades más sólidas. “Pero no todo el mundo se define así”, se pregunta.
Cuando Internet une a las personas
La diseñadora gráfica Mariana Nobrega, de 37 años, reconoció estas dificultades. “Cuando eres pequeño, basta que te guste la misma banda para considerar a alguien tu amigo, pero de mayor te vuelves más exigente y cerrado en ti mismo”, dice. Sin embargo, conoció nuevos amigos y vio que la edad no era un obstáculo para hacer amigos.
Este grupo de 13 amigos se reunió unos ocho meses después de conocerse. Antes de eso, todas las conversaciones eran en las redes sociales. Esto no quiere decir, sin embargo, que no se tratara de una fuerte amistad. exactamente lo contrario. «Tenemos una relación íntima que me ha llevado años construir con otras amistades. Vamos a las casas de los demás, salimos a almorzar, vamos a bares. Hoy es una amistad real», dice.
¿Qué cambia después de los 30?
Según Ana Lúcia Pandini, psicóloga y profesora de la Universidade Presbiteriana Mackenzie, además de los cambios individuales, hay cambios en las relaciones después de los treinta años. La idea de que todo es para siempre, por ejemplo, ya no es una verdad absoluta en la vida adulta.
Esto es algo que Mariana notó. “Aprendemos que nada dura para siempre y que nada es tan fuerte como lo fue en la adolescencia”, dice ella, quien hoy está menos preocupada por la necesidad de amistades para toda la vida. Mientras sea legal para ambas partes, que dure. Si no, no tengo ningún problema en terminar el curso, aunque no sea fácil».
La psicóloga lo atribuye a entender que la madurez puede llevar al final de una amistad siendo un proceso natural de las relaciones humanas. Después de los 30 años, puede ser más fácil entender que las personas cambian, y con ellas también cambian las amistades. Y esas relaciones que solían tener sentido ya no lo tengan.
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Los tipos de amistades y las formas de construirlas también cambiarán. durante el Infancia En la adolescencia, las amistades tienen características de fusión y suelen formarse por la presencia de características similares. “Los niños, por ejemplo, no ven las diferencias, pero se identifican a través de juegos conjuntos”, explica.
La amistad entre los adolescentes suele ser elaborada por tribus. «Se juntan entre personas que escuchan el mismo tipo de música, van a las mismas fiestas, usan la misma ropa. Lo que les importa a los adolescentes es que son diferentes a sus padres, pero los amigos son todos muy parecidos», dijo. dice. Pero desde los 30 años, Ana Lucía cree que ha habido un cambio en la calidad de las amistades. «Están cambiando para mejor», dice, «porque ya no son amigos en este modelo de fusión, donde las personas necesitan ser iguales para ser amigos».
Los amigos pueden tener diferentes estilos de vida, pero tienen valores individuales similares. Es como si en la edad adulta fuera más importante compartir los mismos valores que los mismos gustos. Y establece que «las amistades adultas suelen ser las que tienen más libertad e independencia y las que aportan más cosas nuevas a la vida».
Incluso las amistades nacidas en la infancia o en Adolescencia Deberán pasar por este proceso de transformación, donde comprenderán que pueden tener algo que ver con las diferencias entre las personas. Por tanto, una diferencia que pudo haber perturbado la amistad en la adolescencia no suele ser un problema en la vida adulta, aunque las características comunes siguen siendo fundamentales para la consolidación de los vínculos.
Eso tampoco fue una preocupación para Lola Ribera, quien, a sus 54 años, decidió que era hora de hacer nuevos amigos. Pero la decisión llegó después de cierta resistencia. “Parecía difícil traer nuevos amigos a mi vida después de los 50 años. Ya he vivido una vida plena, ya he construido una familia”, dice. Pero sentirse sola en el mundo la hizo cambiar de opinión.
“Tenía 50 años, me sentía muy sola y con pocos amigos”, recuerda, quien optó por hacer nuevos amigos a través del ciclismo, deporte que ya practicaba. “Empecé a buscar grupos de ciclistas en Facebook, encontré uno y puse mi cara en él”, dice. fue gracias al grupo Ha visto crecer su círculo de amigos. «Hice tres grandes amigos gracias al ciclismo. Estas son las personas que se han convertido en parte de mi vida, incluso fuera del ciclismo. Son personas con las que he creado una conexión apasionante».
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Ves muchos beneficios en estas nuevas amistades. “Me ayudaron a salir de la depresión. Hoy vamos a la casa del otro, tomamos cerveza, comemos algo, hablamos y nos reímos. Todo eso me hace sentir muy bien”, explica.
De hecho, las amistades pueden añadir mucho a la vida de las personas. Ana Lucía advierte del importante papel que juegan en la salud mental y el bienestar. «Los amigos actúan como una red de apoyo», dice. «Es una forma de apoyo emocional en un momento de necesidad, pero también es un apoyo práctico que puede ayudar con las tareas cotidianas».
Compartir la vida con los amigos también implica sentirse protegido. Es como si dentro de las amistades se pudiera construir un ambiente de seguridad y confianza, lo que facilita la formación de vínculos. El psicólogo encuentra que es precisamente esta falta de seguridad lo que dificulta que algunas personas formen vínculos tan fuertes con los miembros de la familia. «Por eso decimos que los amigos son la familia que elegimos».
Además, los amigos también brindan momentos de ocio y disfrute y permiten que las personas se conozcan más a sí mismas. Ana Lucía explica que la amistad, en ese sentido, es una calle de doble sentido. “El otro puede ser un modelo a seguir para los aspectos de tu personalidad que aún necesitas desarrollar, y tú puedes ser un modelo a seguir para los rasgos que el otro también necesita desarrollar”.
¿Cómo estar más abierto a nuevas amistades?
Eileen Vasconcelos, de 74 años, estaba abierta a hacer nuevos amigos. Y decidió hacerlo viajando por todo el mundo. Colecciona algunos pasaportes y muchos sellos de diferentes países, pero lo más importante, dice, son los amigos que se hacen a través de estas experiencias. Isabel Bentedo es una de ellas. «La conocí en un viaje a Atacama y luego hicimos otros viajes juntos. El último fue a Armenia. Hablamos todos los días y le tengo mucho cariño», dice.
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También conocí a Paolo y Rosanna, dos amigos que hice cuando viajé a Vietnam. «Hicimos muchos viajes juntos después de eso, más recientemente a Australia y Nueva Zelanda», recuerda. Y Elaine ya tiene planes para el año que viene: se va a Holanda con otra amiga, Selma, a la que también conoció en uno de sus muchos viajes. «Son personas muy queridas y amistades muy importantes para mí».
Es lo que la psicóloga Ana Lucía llama “apertura al mundo”. Esto significa mantener las ganas de descubrir nuevos lugares, realizar diferentes actividades culturales y no renunciar al tiempo libre. Él explica que alguien que se aísle de esto probablemente tenga más dificultades para hacer nuevos amigos. Este es un camino importante para aquellos que buscan hacer nuevos amigos después de los 30 años, pero no es el único camino. Echa un vistazo a otras formas de encontrar amigos más adelante en la vida.
- Encuentra personas en línea. “En Internet puedes encontrar grupos de una gran variedad de temas”, dice la psicóloga, quien asegura que estos grupos tienen la capacidad de formar relaciones profundas y genuinas entre las personas. También hay aplicaciones para aquellos que quieren hacer nuevos amigos, como Slowly, que conecta a personas de diferentes países.
- Conocete a ti mismo. El psicólogo sostiene que el autoconocimiento es necesario para establecer relaciones amistosas. “Cuando te conoces a ti mismo, puedes tener más claridad sobre las personas que se suman a tu vida”, explica Ana Lucía. Construir amistad ayuda con el autoconocimiento. “Al notar las similitudes y diferencias en la amistad, puedes conocerte mejor a ti mismo, así como conocerse mejor el uno al otro”.
- Dale una oportunidad a tus compañeros de trabajo. El ambiente laboral tiende a ocupar gran parte de la rutina de las personas a partir de los 30 años. Es posible aprovechar el sitio para fortalecer los enlaces.
- Haz algunos pasatiempos. Usted está aficiones, especialmente cuando se realiza en grupo, puede ayudar a hacer nuevos amigos. Podría ser un grupo de dibujo, un club de lectura o una clase de ejercicios. La clave es que sean actividades que disfrutes hacer. «En el proceso, es probable que encuentre personas con los mismos intereses que usted», explica.
- Evite las tarifas. Hacer amigos no es una competencia, sino un proceso natural que ocurre al identificar similitudes y aceptar a las personas. Es importante respetar el tiempo durante el cual se desarrollan las relaciones.
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