El trabajo comparó la percepción de los alimentos funcionales entre adultos jóvenes, de 18 a 44 años, y adultos de mediana edad, de 45 a 65 años.
En total, se evaluaron las respuestas de 522 hombres y mujeres mediante la aplicación de dos cuestionarios que abordaban aspectos de ingresos, educación y condiciones de salud.
Los científicos también observaron actitudes relacionadas con el consumo de alimentos funcionales, evaluando la percepción de los consumidores sobre las necesidades, los beneficios, la confianza y la seguridad.
En cuanto a la necesidad de alimentos funcionales en la dieta, los jóvenes tuvieron más preferencia respecto al grupo de mediana edad, aunque ambos son conscientes de sus beneficios.
“Los jóvenes comprenden mejor la necesidad de alimentos funcionales y se dan cuenta de que es fundamental incluirlos en la rutina y vincularlos a su bienestar”, explica Angela Giovanna Battista, profesora y coordinadora de investigaciones de la UFJF.
Las personas mayores entienden los alimentos funcionales como medicamentos. “Es un grupo de edad que ya enfrenta algunas de las enfermedades propias de la edad y ven estos alimentos como una forma de cuidar su salud o compensar otros hábitos poco saludables, como no hacer ejercicio o no hacer dieta, por ejemplo”.
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