Cena llena de bebidas con amigos. Migraña al día siguiente. ¿Resaca? Esto es lo que imaginaba Alex Bowles, que entonces tenía 23 años. Pasó casi todo el fin de semana en casa, esperando mejorar.
El lunes esta sensación no desapareció y Alex no fue a trabajar. El periódico británico «Daily Mail» informó que la mujer británica informó de un dolor intenso hasta el punto de que parecía como si la mitad de su cabeza no estuviera allí. Cuando el jornalero que trabajaba en su casa habló con Alex, ella se dio cuenta de que algo andaba mal.
La británica no podía pronunciar las palabras correctamente y no decía nada. La mujer dijo que Alex necesitaba ayuda y llamó a su madre, quien llamó a una ambulancia y la llevó al hospital.
En la institución, las mujeres británicas ni siquiera podían quedarse quietas. Tuvo que permanecer en el suelo hasta que la pudieran trasladar a la cama. Al principio, los médicos de urgencias pensaron que lo que estaba sintiendo era sólo un dolor de cabeza muy intenso. Pero el médico le pidió que se hiciera una tomografía computarizada antes de regresar a casa.
Los resultados mostraron que Alex había sufrido un derrame cerebral isquémico y hemorrágico: un coágulo y una hemorragia en el cerebro.
Al principio, la británica no entendía realmente que había sufrido un derrame cerebral y su estado era muy malo. Pero poco a poco se dio cuenta de que este caso cambiaría su vida.
En ese momento, Alex trabajaba en un santuario de animales y era asistente administrativo en una guardería. El derrame cerebral le impidió trabajar durante un año.
La británica necesitó someterse a diferentes tipos de tratamientos y tratamientos, y con el paso de los años pudo contar con la ayuda de su madre para aprender muchas tareas que antes consideraba sencillas y cotidianas. Ella dice que hasta el día de hoy siente los efectos del derrame cerebral.
En medio de su recuperación, hubo una noticia que sacudió a Alex: cuatro años después de su derrame cerebral, era su madre Karen, de entonces 53 años. La madre de Alex también informó que tenía fuertes dolores de cabeza y que las personas que trabajaron con ella informaron dificultades del habla. En 2018, los papeles se invirtieron: Alex comenzó a cuidar a Karen.
Esta experiencia traumática les hizo darse cuenta de lo diferentes que eran de los demás, incluso después de recibir ayuda y pasar por procesos de rehabilitación. Aunque madre e hija todavía sufren los efectos del derrame cerebral, actualmente dirigen una cafetería en el área de Brentwood en Essex.
Alex, que ahora tiene 32 años, se está preparando para un nuevo desafío: ayudar a otras personas que han sufrido accidentes cerebrovasculares, sin importar su edad. Explica que será un centro para que las víctimas de un ictus no se sientan solas y puedan compartir sus experiencias personales sobre cómo se sienten respecto a la recuperación. Además, el británico apoya una campaña de la Stroke Association para concienciar sobre los efectos del ictus en los jóvenes.
Fuente: Redação Terra Você
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