Cuando Ribaldo rescata a Diadorim, su futuro queda sellado. Acude al crimen por amor, un amor que no comprende, que lo devora, que lo intriga, que lo encanta. Diadorim nunca reveló su verdadero nombre a Riobaldo, quien nunca cedió a lo que sentía. Después de todo, es un hombre. “Soy un hombre, muy varonil.
“Y un hombre para las mujeres”, responde Riobaldo cuando Diadorim intenta revelar su secreto no hablando (en contraposición a la verbosidad), sino moviendo la mano. ¿Qué le faltaba a Diadorim para revelar su verdadero nombre? «Saber lo que quieren el uno del otro». La dualidad entre lo que uno siente, lo que desea y lo que quiere es un punto crucial en la emoción que surge en medio de la guerra.
Para Luísa Arraes, que buscó su masculinidad más profunda para interpretar un personaje tan fascinante, una pasión tan abrumadora sólo podía nacer en medio de la guerra.
Hay algo hermoso en que una pasión como esta solo pueda nacer de un lugar de gran dolor. Nadie se enamora cuando es feliz. Están en medio de una guerra para morir. Imagínese la emoción que surge de esto. Más aún porque está prohibido. Dura cien vidas. Porque cuando lo haces, las cosas se vuelven más fáciles. Entonces, es una pasión que nace en el apogeo del amor y la muerte. Porque la emoción aquí es con la muerte. La emoción sufre. En este caso no se implementó. Son dos palabras difíciles de separar, sobre todo en su historia. La emoción misma es el sufrimiento mismo.
Más que el dolor, Riobaldo no comprende el amor que siente por otro hombre, cuya compañía siempre ha amado. La cuestión de la fluidez de los cuerpos, el deseo y el amor, que está tan de moda hoy en día, es quizás una de las más fascinantes planteadas por Rosa en los años cincuenta con tanta perspicacia, precisión y espíritu pionero. Aquí, en el Gran Sertão, la división entre lo sentido y lo que está en marcha.
Aunque fuera irritante y práctica, la revelación final se reveló delicadamente ante los ojos apasionados de Riobaldo y de aquellos con quienes se embarcó en esta tragedia. Como dijo Guel Arraes cuando recibió una invitación del director Heitor Dalia (uno de los productores de la película, de Paranoïd Filmes) para adaptar la novela, ¿cómo se hace algo realmente nuevo y relevante? Es como las grandes obras, como Shakespeare y las tragedias griegas, ¿cómo cuentas tu propia historia y te mantienes fiel a la obra?
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