Tres factores se consideran los niveles más altos de estrés: perder a un ser querido, perder un trabajo o mudarse a una nueva ciudad. Estamos ante una situación en la que estos tres factores sucedieron simultáneamente, por lo que puedes hacerte una idea del nivel de estrés que provoca este momento.
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En la guerra, los pilares básicos de sus vidas se destruyen simultáneamente. El límite entre la estabilidad y el pánico se rompe repentinamente, dando como resultado lo que llamamos agitación.
El primero puede considerarse trastorno de pánico, la mente está trabajando al límite en un esfuerzo por mantenerse con vida. Nuestras reservas, tanto físicas como emocionales, se agotan muy rápidamente.
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La salud, tal como la define la Organización Mundial de la Salud (OMS), es el equilibrio entre las partes del cuerpo. La interrupción de este equilibrio es la llamada enfermedad, es decir, las personas se enferman y pueden desarrollar lo que llamamos trastornos: síndrome de pánico, ansiedad general, depresión, etc.
El estado de guerra afecta al instinto más fuerte del hombre, que es el instinto de supervivencia. Esto activa la alarma máxima colectivamente. Cuando este instinto se ve amenazado, es tan poderoso que choca con lo que llamamos el inconsciente colectivo, afectándonos a todos.
Recuerde que cuando hablamos del inconsciente colectivo, tenemos registros de nuestro pasado donde tuvimos guerra, es posible que hayamos tenido antepasados que se vieron afectados por estas situaciones. Vivimos en el mismo planeta y tenemos una historia colectiva común.
También podemos considerar que el pensamiento, como onda, se propaga más allá de la distancia física. Más en tiempos de redes sociales donde todo está tan cerca y todos nos vemos afectados al instante.
El miedo es un sentimiento natural y necesario, que tiene la función de protegernos en diversas situaciones. Todo el mundo tiene una manera de lidiar con el miedo. En una situación atípica como la de la guerra por ejemplo, parece lógico hablar no de días, sino de la magnitud de la situación.
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Ciertamente, niveles muy altos de adrenalina alteran por completo nuestro equilibrio, haciendo que este equilibrio de partes se vea extremadamente comprometido. Cuanto mayor es la exposición a este tipo de situaciones, mayor es el compromiso, lo que provoca lo que llamamos trastornos o desequilibrios de las extremidades, también llamada enfermedad.
Hay muchos trastornos, el más común de los cuales es el trastorno de ansiedad generalizada, es decir, cualquier situación, incluso la más pequeña, puede desencadenar un episodio de ansiedad muy grande en una persona, lo que puede dañar el sueño, la alimentación y muchas áreas.
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El miedo funciona haciendo que las personas piensen en los riesgos y las amenazas, tanto físicas como emocionales, y busquen también el bienestar general y la calidad de vida. ¿Te imaginas a alguien que no tenga miedo de saltar de un edificio de treinta pisos? El final será trágico. El miedo es el mediador. Cuando es exagerada e inapropiada, impide que una persona se enfrente a numerosas situaciones.
Hoy sabemos que la depresión, por ejemplo, puede conducir a problemas cardíacos, actitudes o tendencias fuertes y
Un ejemplo de esto es cuando una persona experimenta un gran trauma o pérdida en un período de tiempo relativamente corto, desarrolla enfermedades graves. Rompiste las escamas, y así abriste las puertas a la enfermedad.
Cuando sea posible, un gran aliado es un cambio de enfoque, forzando la atención a algo ligero y saludable. Pueden ser cosas sencillas como, por ejemplo, escuchar una canción que te guste, leer un libro o salir a caminar.
El objetivo es extraer energía de situaciones desagradables y relajarse de forma natural. Pero esto debería ser un hábito y no un evento de una sola vez. Esta es la forma más sencilla y eficaz de afrontar un estrés bajo o incluso medio bajo, sin compromiso físico, es decir, en el que el cuerpo aún no habla.
Por ejemplo, en estados de pánico, las personas pueden experimentar taquicardia, insomnio, temblores, etc. Son situaciones tan reales que ella realmente cree que le va a pasar algo grave. Cuando una persona llega a la sala de emergencias, sus signos son completamente normales.
Es importante saber distinguir uno de otro, porque cuando los síntomas ya están a nivel físico, es necesario que se brinde ayuda médica muy rápidamente para evitar mayores obligaciones.
Un pilar de primordial importancia en tiempos de estrés extremo es la alineación espiritual, la alineación con algo más grande que nosotros mismos. Está comprobado que la fe y la espiritualidad traen grandes beneficios. Así concluimos los cuatro pilares del hombre: físico, mental, emocional y espiritual.
* Mara Lim Martins, Doctora en Psicología y Medicina del Comportamiento y VP BNI Brasil – Business Network International, la organización de redes de negocios más grande y exitosa del mundo.
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«Beeraholic. Amigo de los animales en todas partes. Malvado erudito de la telaraña. Experto en zombis».
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