Gigantes empresariales de Estados Unidos, Europa y Japón han dominado el comercio mundial en los últimos tiempos, pero hay señales de que esto está cambiando. Las empresas chinas se están moviendo vorazmente hacia el Sur Global, alterando el antiguo equilibrio de las cadenas extraterritoriales. Estas nuevas industrias, que van desde la ropa hasta los automóviles, se están expandiendo a una velocidad vertiginosa y están teniendo un enorme impacto en las economías del mundo en desarrollo.
Para los consumidores, esto promete una gran cantidad de bienes y servicios que cambiarán sus vidas. Pero para Occidente, esto representa una lección incómoda tanto en el frente económico como en el político. Las multinacionales occidentales, que durante mucho tiempo fueron los principales actores del comercio y la inversión transfronterizos, están cediendo terreno a Beijing en los mercados más poblados y de más rápido crecimiento del mundo.
Esto significó que a medida que Occidente se encerraba en sí mismo, China y el resto del mundo emergente se acercaban, especialmente utilizando el financiamiento de la Nueva Ruta de la Seda. Esto se ha convertido en un riesgo, pero es una forma de satisfacer una necesidad clara de los países en desarrollo, que carecen de los recursos necesarios para realizar inversiones. A pesar de los riesgos inherentes, existe la oportunidad de enriquecer a los propios consumidores, crear empleos y fomentar la innovación y la competencia. Sin embargo, para lograr este objetivo es necesario oscilar inteligentemente entre el proteccionismo y la pasividad.
Los resultados de la Nueva Ruta de la Seda están lejos de ser unánimes a nivel internacional, y algunos países se han convertido en meros títeres de los intereses de Beijing en los foros internacionales y focos de corrupción. La sabiduría puede estar en la capacidad de recibir recursos de manera inteligente, sin crear vínculos que debiliten o sometan al país, enfocados en resultados y guiados por inversionistas diversificadores en diversos sectores. De hecho, el mecanismo necesita correcciones, una especie de ajuste de rumbo (por parte de Asdi).
Es posible que esta corrección de rumbo se produzca en Brasil, lo que constituiría una enorme ganancia para ambas partes, ya sea en Brasilia o Beijing. Explicar. Muchos países han adoptado políticas para evaluar la inversión, proteger sectores de la economía de los riesgos de los monopolios privados y mejorar los mecanismos de competencia en áreas estratégicas, lo que en última instancia conduce al desarrollo y la innovación manteniendo al mismo tiempo la soberanía política y económica. Una forma de recibir las inversiones necesarias de forma sana y eficiente.
Quizás China esté de acuerdo con esto. A lo largo de los años, las corporaciones multinacionales estadounidenses y japonesas se han dado cuenta de los beneficios de una relación estrecha y saludable con sus mercados. De esta manera, las empresas chinas podrán ver los beneficios de establecer raíces más profundas en el mundo emergente, incluido el ejercicio de influencia política de manera inteligente, lejos de los errores cometidos en África y Asia, que dejaron un rastro de rencor y resentimiento. Corrección de rumbo, que podría comenzar a diseñarse en colaboración con Brasil.
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