Un partido en el que Brasil mejoró. Defensivamente, no parecían el mismo equipo que desperdició tantas oportunidades contra Colombia, con Carlos Augusto ayudando a cerrar mejor el área por banda. En determinados momentos era complicado ver a Messi en el campo.
Lo que se veía eran dos equipos peleando juntos, marcando bien, muy fuerte en la recuperación del balón, doble marcación y triple marcación. Mientras tanto, incapaz de golpear la última bola y amenazar al oponente. El mejor momento fue el disparo de Martinelli, que fue bloqueado por Romero y Depo se fue superado en el disparo.
El propio Martinelli desaprovechó una oportunidad en la jugada de Jesús, en la segunda etapa. A cinco minutos de un saque de esquina, Otamendi se elevó hermosamente sobre Gabriel Magalhaes y André, cabeceando el balón por encima de Alisson. Uno a cero.
Lo que parecía difícil de recuperar, se volvió imposible cuando Joelinton fue expulsado tras atacar a De Paul diez minutos después de entrar al campo. En una serie de cambios, dio entrada a Diniz Martinelli en lugar del invisible Rodrigo.
Brasil no jugó mal y no recibió la paliza que algunos temían. Cancelando a Messi. Jugó un partido duro y tenso. Perdieron 1-0 ante los actuales campeones del mundo.
Pero perdió. Antes, durante y después del partido. Perdimos fútbol y moral, representados por un equipo que no me imagino saliendo del campo por nosotros.
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