¿Alguna vez te has parado a pensar en el efecto que está teniendo el aislamiento social en tu cuerpo? Durante la pandemia, muchas personas han tenido que quedarse en casa y evitar el contacto social, pero ¿afecta esto a nuestra salud? Este comportamiento, cada vez más frecuente, ha sido comparado con el tabaquismo en cuanto al riesgo de enfermedad y muerte prematura.
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Vivir solo y tener pocas conexiones sociales puede ser una señal de advertencia para:
- Problemas sociales y económicos
- estilo de vida poco saludable;
- Disminución del bienestar mental.
- Dificultad para acceder a los servicios de salud.
La generación Z, más afectada por el aislamiento
Datos alarmantes revelan que en Estados Unidos, el 25% de la población mayor de 65 años vive en aislamiento social, y en Brasil, en 2021, cerca de 11 millones de personas vivían solas, la mayoría hombres. Además, la Generación Z, compuesta por adultos jóvenes nacidos entre finales de los 90 y 2010, es la más golpeada por la soledad, según apunta la Universidad de Harvard.
Sin embargo, es importante distinguir entre aislamiento social y soledad:
- aislamiento social Indica una falta de contacto frecuente con familiares, amigos o miembros de la comunidad.
- Soledad Es un sentimiento personal de tristeza y vacío por la falta de comunicación e interacción con los demás.
Los efectos negativos del aislamiento.
Si bien la soledad se puede buscar voluntariamente para momentos de reflexión y autoconocimiento, se debe ser consciente de los posibles efectos negativos sobre el organismo.
Una falta excesiva de interacción social puede conducir a una serie de cambios fisiológicos que afectan el sistema nervioso central, el sistema cardiovascular, la respuesta al estrés, la producción de hormonas, la calidad del sueño y los procesos inflamatorios, entre otros. Además, se asocia con un mayor riesgo de infarto, accidente cerebrovascular y hospitalización como resultado de estos problemas de salud.
Es importante recordar que una buena interacción social es un factor protector contra los síntomas depresivos y la depresión misma. Sentirse desconectado de los demás también se asocia con un mayor riesgo de ideación suicida, especialmente en grupos de personas con enfermedades crónicas. Además, el aislamiento social puede afectar negativamente la adherencia a los tratamientos médicos y dar lugar a comportamientos nocivos, como el consumo de alcohol y tabaco, la alimentación poco saludable y la inactividad física.
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