octubre 23, 2024

C6 Fest: Kraftwerk y Underworld hacen la pista de baile – 20/05/2023 – Ilustrada

C6 Fest: Kraftwerk y Underworld hacen la pista de baile – 20/05/2023 – Ilustrada

La nave espacial Kraftwerk aterrizó en Sao Paulo el sábado por la noche (20). Así proyectó el influyente cuarteto alemán durante su presentación en el exterior del edificio realizado por C6 Fest en la zona exterior del auditorio del Parque Ibirapuera.

Miles de personas que ignoraban los escalofríos de Sao Paulo bebían cerveza, fumaban y coqueteaban mientras DJ Joanne Atkins cantaba. Aunque está muy concurrido, el de 10.000 plazas no lo está. Como el viernes, el concierto fue fácil de recorrer.

El escenario, que se instaló detrás del auditorio, contó con un excelente sistema de sonido y una pantalla gigante. Fue genial ver las proyecciones que acompañaban a las canciones en la pantalla situada en el edificio Oscar Niemeyer.

El espectáculo de Kraftwerk fue un espectáculo audiovisual de 8 bits. La vieja música electrónica alemana cobraba más sentido acompañada de proyecciones de platillos voladores y ordenadores de los 80 dominando la pantalla.

Vestidos con trajes adornados con luces de neón que cambian de color según la música, el cuarteto ayudó a popularizar la música electrónica en un momento en que era sinónimo de música de vanguardia, rindiendo homenaje a Brasil. En la Autobahn clásica, la pantalla mostraba imágenes computarizadas de escarabajos en caminos rurales.

Más temprano, en la carpa de Heineken, Muhammedou Suleiman, Madou Mokhtar, tocó su rock del desierto ante una audiencia que comenzó desierta, pero creció hasta estar casi llena. Todos vieron el programa con gran interés.

Slimane, cuyo último álbum se tituló «Afrique Victime», crea folk inspirado en la guitarra tuareg, un estilo con una profunda inspiración del colonialismo. Cantó en Tamasheq, un dialecto bereber, y vestía una túnica.

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Antes que él, los artistas brasileños subieron al escenario. El espectáculo abrió con Kai Guajajara, un rapero indígena que creció en el complejo de la favela Mare, en Río, quien participó en la voz acompañado de canciones de Russo Pasaposo, Bengao y la Orquesta Nomade. El grupo, creado en 2012 en el ABC Paulista, condujo toda la presentación, especialmente preparada para el evento, con cantantes.

La audiencia del espectáculo fue menor que la del estreno del viernes por la noche de Dry Kling, pero hubo competencia en el escenario al aire libre, que no había tenido tanto éxito el día anterior. Sin embargo, la respuesta de la audiencia a la música brasileña fue mucho mejor que la observada en todos los demás espectáculos de carpa.

El total de big band con los tres cantantes resultó en un espectáculo musicalmente rico, con solos instrumentales y una fuerte unión de material de Guajajara, BNegão y Os Seletores, además de BaianaSystem, grupo liderado por Pasaposo.

Entre las otras atracciones principales del sábado, Jon Batiste subió al escenario unos 20 minutos tarde, mientras Underworld tocaba afuera. No podría contrastar más con Kraftwerk. Si los alemanes eran tan fuertes como los robots, entonces el estadounidense montó un espectáculo que sacudió hasta la médula.

Battisti calentó al entrar al son de un tambor de carnaval de la escuela de samba. Silbidos y tambores no conmovieron, en un primer momento, al genial público, que ya estaba emocionado -y mucho- luego de que la artista subiera al escenario con una camiseta de tirantes holgada y pantalones de cintura alta.

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Efectivamente, hay algo de carnaval en la actuación de Battisti, quien el año pasado ganó un Grammy al Mejor Álbum con «We Are», el álbum en el que se basó el show del sábado. Lo acompañó una banda de 16 músicos, que alternaron entre el virtuosismo de sus instrumentos y representaciones semiteatrales que recuerdan a un musical.

Todavía en la primera canción, «Tell the Truth», Batiste toca la guitarra, el saxofón y el piano, en una actuación que no dejó dudas de hasta qué punto el C6 era el heredero del Free Jazz. El espectáculo duró poco más de una hora y se trató de bromas y alardes, a lo que el público reaccionó con éxtasis.

También estuvo Underworld, que convirtió el festival en una enorme pista de baile, ofreciendo una dosis de melodía y soul tras el sonido deportivo y minimalista de Kraftwerk. La mezcla de techno y trance del dúo inglés fue difícil de sostener. Todo el espectáculo de Underworld tuvo una atmósfera entusiasta, pero la apoteosis llegó, como era de esperar, en «Born Slippy», parte de la banda sonora de «Trainspotting».

La última parte de las presentaciones de este sábado está dedicada a Lía de Itamaracá, el ícono de la ciranda pernambucana, que subió al escenario, como la víspera, en Río. A los 79 años, cantó éxitos como «Janaína», «Quem Me Deu Foi Lia», «Meu São Jorge» y «Vi Mamãe Oxum na Cachoeira», acompañada por la banda estadounidense Hand in Hand con una sonriente Batiste.

Para la realización de la maratón de espectáculos se contó con puestos de comida en el área exterior y un patio de comidas entre la carpa, el auditorio y la pista electrónica. El precio de una cerveza tirada Heineken es de R$ 16 por un vaso de 500 ml y no entra en conflicto con otros eventos de este tipo. Una caja de medio litro de agua cuesta R8.

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Los restaurantes de lujo repartidos por todo el evento venden pequeñas porciones de sus platos. El cono de camarones crujientes de Myk cuesta R$ 45, el arroz con champiñones de Quincho cuesta R$ 35, los ñoquis con salsa de hongos de Eataly cuestan R$ 37 y la hamburguesa de Bullguer cuesta R$ 33. R$42 o un Carinito Pena por el mismo precio.