“Palabras, palabras”, canta Pino Deti frente a un restaurante en Lampedusa. Muchos residentes de la pequeña isla italiana ya no creen en las promesas de los políticos y sienten que el Estado los ha «abandonado», mientras siguen llegando barcos llenos de migrantes.
«¡Son solo palabras!» Dice este obrero de la construcción, de 78 años, su famoso delirio Canción Los años 70 italianos que dieron la vuelta al mundo.
Ubicada en el corazón del Mar Mediterráneo entre Sicilia y Túnez, Lampedusa cubre un área de 20 kilómetros cuadrados y atrae a miles de turistas anualmente gracias a sus aguas turquesas y hermosas playas de arena.
Pero en este mes de agosto, marcado por una campaña electoral previa a las elecciones legislativas del 25 de septiembre, la política resurgió repentinamente y no pasó mucho tiempo para el líder de extrema derecha Matteo Salvini, que se opone a la inmigración.
«La política aquí ha empeorado mucho», dice Salvatore Maggiore, un florista de 47 años, mientras arregla las plantas en los estantes de su tienda.
«Las promesas nunca se cumplieron», agrega. “Nada ha cambiado, siempre la misma música”, lamenta amargamente. «Aquí falta un poco de todo», dice.
Mientras el turismo sigue siendo el sostén económico de la isla, sus 6.000 habitantes se quejan de la falta de servicios públicos y la doble imposición, en Italia que vive una inflación galopante, acelerada por la guerra en Ucrania.
«Pagamos un alto precio por la gasolina, la planta de tratamiento de aguas residuales no funciona desde hace mucho tiempo y no tenemos un hospital», dice Pino Deti, con barba blanca y un overol naranja radiante.
«Cuando los turistas se van, comemos porquería», protesta.
decepción
En las calles del centro, donde las tiendas de recuerdos se alinean en las aceras, la salud sigue siendo la máxima prioridad. “Solo hay especialistas, el resto se tiene que ir al continente”, explica María Garretto, ama de casa de 58 años.
La falta de un hospital obliga a muchos residentes a someterse a tratamiento en Sicilia, especialmente mujeres embarazadas y pacientes gravemente enfermos.
«Desafortunadamente, hay personas que renuncian al tratamiento por falta de recursos, porque ir a Palermo cada 15 días es caro», dijo a la AFP el alcalde de Palermo, Filippo Manino. “Los recursos del municipio son limitados y corresponde al estado atender este problema”, explica.
Como en 2018, Lampedusa y el fenómeno de la inmigración, con la llegada de miles de inmigrantes, ha vuelto a ser el tema principal de la campaña electoral de la extrema derecha.
En los últimos días han llegado a la isla más de 1.500 inmigrantes indocumentados. Fueron llevados en ferry a otras ciudades de Sicilia. De todos modos, las llegadas no paran.
Ibrahim Mbaye de Senegal, que llegó hace tres años, se ha convertido en pescador. Dice que para los migrantes rescatados en el mar que pasan mucho tiempo tras las puertas del centro de acogida, es «muy difícil» vivir así.
«Pensamos que Italia nos daría el futuro, pero cuando llegamos nos decepcionamos. Nos dimos cuenta de que no es fácil ganar dinero», explica el senegalés, que estima que el racismo sigue presente «en el 50%» de los población.
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